miércoles, 20 de julio de 2011

Amistad y Día del Amigo

Voy a iniciar con una declaración ambigua: ‘hoy es un día propicio’; así es, afuera llueve, hace frío, es el día del amigo, además, recién volvimos de las vacaciones y tengo diez días más para quedarme en casa y disfrutar de mi familia y cumplir con un montón de cosas que siempre prometo que voy a hacer o reparar.

Ahora voy a escribir un poco sobre la amistad y aprovecharé, ya que estoy frente a la compu y a la par del celular para saludar a los amigos lejanos.

Pero para hablar de la amistad no es sencillo; en principio, ¿qué es la amistad?

Es algo tan cercano, tan cotidiano y tan fácil de pronunciar que hasta en una de esas la confundimos con otras cuestiones.

Esto me recuerda las épocas en que enseñaba procesos y operaciones químicas en la escuela técnica de Aguaray y preguntaba a mis alumnos ¿qué es temperatura?

Temperatura es un término que empleamos permanentemente y seguramente oímos de ella, al menos, un par de veces al día: en la radio, la televisión, al leer una receta que indica poner el horno a temperatura moderada o al pasar, en la calle, cuando saludamos a la vecina que está barriendo la vereda y nos hace una reseña del cambio climático y el resultado de las elecciones en porteñolandia.

Todos hablamos de ellas, es decir de la temperatura y de la amistad, pero qué fácil se las confunde con otros conceptos o bien, qué difícil se hace, a veces, definirlas.

Por ahí alguien dijo que la temperatura es el estado de la materia que determina el flujo de calor entre los cuerpos (ojo, aclaro: aunque no se encuentren en contacto físico).

Quizás la amistad tenga algo que ver con este concepto.

También debe tener un poco de magnetismo y hasta tenga alguna similitud con la convección.

Porque la amistad determina un ir y venir de sentimientos entre las personas que hace que se unan, se mezclen, compartan, hace que se fusionen en un sinfín de actividades, estando cerca o lejos en la distancia o en el tiempo.

Nos hace sentir mucho más que parientes, nos hermana, nos hace compinches en nuestras andanzas y aventuras de la niñez y cómplices de travesuras que no cometeríamos con extraños.

Ser amigos va mucho más allá que compartir 8 horas en una oficina u otro lugar de trabajo, es más que charlar y reírnos con el almacenero, el vecino o un ocasional compañero.

La amistad es algo mucho más profundo, es una manera de amar, es una forma de vivir en armonía con quienes están más cerca de nuestro espíritu.

Hoy, por estar en casa, el día se hace propicio para salvarme de quienes confunden la amistad con ser compañeros de trabajo, algunos con gran gusto, otros por obligación y otros que ni siquiera se los puede calificar como compañeros pero que por una cuestión de formalidad, inercia o vaya a saber qué, justamente son los peores y los más insistentes, los que no se olvidan de saludarte tendiéndote esa mano pegajosa, a la que les falta una etiqueta, como la ropa, que diga, 35% trucho, 40% malintencionado, 25% necio (por no decir boludo).

Ojo, hay compañeros, que a pesar de esa relación formal que uno adquiere en el trabajo, estudio, etc., también son amigos.

Como decía, es propicio para saludar a mis viejos amigos, sobre todo a aquellos que están lejos: Sergio, Eduardo, Butiche, Carlitos, Pepe, Dodi, el Mosca, Miriam y Liliana… también para saludar a los más cercanos como Miguel (Mono), Marketing, Quique, OPE, las muchachas de la oficina (Norma y Susana) y a Marcelo que en estos momentos anda entre Mariachis y Carteles narcos, laburando en Méjico.

Incluyo también amigos más recientes: Marcela, el matrimonio Calermo (María y Mario) y a Javier y Patricia con quienes hicimos un inicio de amistad muy lindo, allá en el Hostal Cerro Azul de Lozano (Jujuy).

Reservo un lugar para aquellos exalumnos – amigos de la técnica de Aguaray, con quienes pasamos momentos muy buenos.

También esto me lleva a recordar a los amigos más antiguos, los de mis primeros años, los que lamentablemente ya no están: Juan, Conce, Luisa, Armando y mi viejo, Adolfo, que hace poquito nos dejó, fue mi primer compinche y cómplice incondicional, el inventor de juegos, compañero de viajes, puntual despertador desde primer grado hasta 6° año, el mejor malcriador del mundo.

Y si hablamos de amigos y compinches, no debo dejar de lado a mis hijos, los más chicos y los más grandes que me permitieron, de alguna manera, devolver lo que mi viejo me dio.

Seguramente me olvido de alguien, si es así, le pido disculpas, no es intencional… últimamente la memoria se está tornando poco amigable… ja!

Pero de quien no me olvido y constituye todo un capítulo aparte es de mi compañera y amiga, la que me malcría y me banca en todo momento, la que me ama y amo con toda el alma; también cómplice, compinche, secuaz o simplemente amiga-amante: para Cintia, mi mayor deseo de felicidad.

 
Amigos, finalmente el día resultó propicio.

Les deseo Feliz Día del Amigo, aunque ya sea un poco tarde (19.30 hs.).


Un abrazo con el calor del norte para todos ustedes.


Hasta pronto.


Para algunos firmo: Luis


Para otros: Fernando

P.D.: Espero que nadie se sienta ofendido equivocadamente, cada uno sabe la parte que le toca...

1 comentario:

Patricia (Cerro Azul) dijo...

QUE BUENO!!! me gustaron mucho tus palabras.Lo de las etiquetas me encantó, un saludo muy grande desde Lozano de Javy y Patry

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